Cómo traducir referencias propias en un texto económico
- Mª Luisa Romana
- 8 oct 2018
- 6 Min. de lectura
En los textos económicos no es raro encontrarse con referencias tales como títulos de informes u otros documentos, nombres de instituciones o entidades, siglas, organismos públicos, etc. En todos los casos se trata de locuciones que se comportan como nombres propios; si estamos traduciendo del inglés estas referencias aparecerán en inglés, por supuesto, y la duda es siempre ¿tengo que dejarlo así, o no? La respuesta: casi nunca lo dejaremos en la lengua original del texto. Pero a veces sí. La decisión depende de varios factores, que se pueden representar en forma de una serie de decisiones encadenadas.
En general, el procedimiento es documental y la decisión final requiere pensar en todo momento en los destinatarios/as del texto, y en simplificarles la vida todo lo posible: que les sea fácil leerlo.
NOMBRES DE INSTITUCIONES Y ENTIDADES

La primera pregunta es: esta referencia que aparece en el texto, ¿está en inglés en la realidad? Si por ejemplo el texto trata de Estados Unidos o de la ONU, lo habitual será que se reproduzca un nombre inglés, como puede ser el MIT (Massachusetts Institute of Technology), la UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization) o la WHO (World Health Organization). En cambio, nos podemos encontrar con que hablan del Latvia’s Central Bank, el banco central de Letonia, cuyo nombre real no es ese sino Latvijas Banka, en letón, por supuesto. En ese caso sería absurdo llamarlo Latvia’s Central Bank en nuestro texto; eso no significa nada.
Así pues, si la respuesta a esta primera pregunta es afirmativa y la institución tiene efectivamente un nombre inglés, la siguiente pregunta es: este nombre ¿es conocido para los lectores del español? Si lo es, como sería por ejemplo el caso del MIT o de la Fed, lo dejaremos tal cual. Traducirlos resultará extraño para las personas que lo estén leyendo, que ya están familiarizadas con la entidad; entenderán UNESCO sin dificultad, pero no tendrán ni idea (ni ellos ni nadie) de qué diantres es la «ONUECC» (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
Si los destinatarios —que son expertos, no lo olvidemos— no tienen costumbre de ver el nombre en inglés, no podemos dejarlo tal cual. Aquí hay que plantearse una tercera pregunta: esta institución ¿tiene nombre oficial en español? Naturalmente lo tendrá si se trata de cualquier país hispanohablante o de entidades tales como Mercosur, por ejemplo; y también si estamos hablando de una institución que tenga el castellano entre sus lenguas oficiales, como Naciones Unidas o la Unión Europea. Por tanto, en este caso tenemos que encontrar y poner el nombre oficial en español: por ejemplo OMS (Organización Mundial de la Salud), UEM (Unión Económica y Monetaria) o Ministerio de Finanzas Públicas (y no «de Hacienda») si por ventura se habla de Guatemala.
Cuando la respuesta es no, si nos hallamos ante una entidad que no es muy conocida ni tiene nombre oficial en castellano, hay que adaptar. Pensemos en el lector: no le podemos dejar una denominación totalmente desconocida, pero tampoco podemos traducir a las bravas, porque la reacción también será de extrañeza. Por lo tanto, dejaremos la expresión en inglés y, junto a ella, pondremos una explicación o traducción en castellano. Esto puede hacerse de varias maneras:
Dejar el nombre en inglés explicando un poco su naturaleza: por ejemplo, no podemos traducir el nombre de la entidad The Conference Board (bastante conocida, aunque no universalmente), pero es de cortesía denominarla diciendo algo como «la organización empresarial The Conference Board» o «el grupo The Conference Board» o «el centro de estudios The Conference Board».
Poner primero el inglés y, entre paréntesis, la explicación en español: «The Conference Board (centro global de estudios económicos)». Ojo: no es una traducción, sino una simple explicación.
Poner primero el inglés y, entre paréntesis, nuestra traducción en castellano: «el Latvijas Banka (banco central de Letonia)».
Poner primero la denominación traducida al español y, entre paréntesis, el inglés: «El Banco Central de Letonia (Latvijas Banka)». En este caso, al igual que en el anterior, lo que estamos haciendo es emplear una traducción ad hoc, que a continuación podemos utilizar sin más explicaciones en el resto del texto.
Para cualquiera de estas estrategias, solamente es necesario hacerlo así la primera vez que se menciona la institución en el texto: si vuelve a aparecer el lector ya sabe de qué se habla, así que pasaremos a emplear el original o el castellano, a discreción. Si hemos adoptado una de las tres primeras soluciones usaremos el inglés; si hemos optado por la cuarta, utilizaremos la denominación que ya hemos fijado en castellano para este documento.
NOMBRES DE DOCUMENTOS, INFORMES O LEYES

El procedimiento es exactamente el mismo cuando tenemos que trasladar títulos de documentos, pero en ese caso tendremos que pensar un poco más en la posible traducción: tenemos que documentarnos muy bien para adoptar una nomenclatura que respete las costumbres con las que está más familiarizado nuestro destinatario/a.
Pongamos que tenemos que traducir el nombre de un acto legislativo. Si es de la UE debemos buscar el nombre oficial en castellano; si se habla de un país hispanohablante también buscaremos la denominación tal como se ha adoptado en ese país; pero si es una ley estadounidense, nuevamente es preciso adaptar traduciendo.
Por ejemplo, una ley denominada Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act, que ha adoptado varios años el Parlamento estadounidense. La referencia original es en inglés. ¿Es universalmente conocida en castellano? No. ¿Tiene nombre oficial en español? Obviamente no: el castellano no es lengua oficial de EE.UU.
Así pues, escogeremos una de las cuatro estrategias que antes expusimos. Para preparar la traducción o explicación, nos documentamos: en Internet encontramos algunas posibilidades de traducción, como la que da la Wikipedia, «Ley de reconciliación y alivio del impuesto al crecimiento y empleo», u otras como «ley de Reconciliación del Crecimiento Económico y Alivio de Impuestos», «Crecimiento Económico y la Ley de Reconciliación Tributaria», «Ley de Reconciliación de Crecimiento Económico y Alivio de Impuestos».
¿Cómo saber si nos valen o no estas soluciones? Si por ejemplo nuestros destinatarios son españoles, tendremos que irnos al Boletín Oficial del Estado a buscar este tipo de leyes (https://www.boe.es/buscar/), a ver cómo las denominan los legisladores de España. Buscamos primero los términos que hemos encontrado, y similares (lo que se nos ocurra que podría ir bien):
Alivio: tres leyes, en ningún caso de impuestos o fiscal.
Reconciliación: ni una sola ley tiene esta palabra en su título.
Conciliación: leyes sobre la vida laboral y familiar, contratos de obras públicas, liquidación de cuentas (¡esto sí puede servir!), arbitrajes.
Vaya, no valen. Cómo vamos a hablar a los expertos de «alivio fiscal» o «alivio de impuestos»; lo más probable es que les choque ver esos nombres de leyes. Veamos pues cuáles son las costumbres taxonómicas del legislador español en este ámbito. Podemos buscar en el BOE:
[leyes fiscales en España para fomentar el crecimiento y el empleo]
[leyes que bajan impuestos en España]
[bajada impuestos crecimiento]
Son solamente ejemplos: hay que mirar cómo tienden a llamarse las leyes de alivio fiscal. En los resultados de la búsqueda observamos las siguientes expresiones:
reducción de (la) carga financiera
medidas fiscales
fomento del crecimiento
medidas tributarias
garantizar la estabilidad presupuestaria
fomento de la competitividad
medidas para el crecimiento
Acuñaremos pues una traducción que se adapte a estas denominaciones. Por ejemplo:
Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act
Ante esta referencia, podemos:
Dejar el nombre en inglés explicando un poco su naturaleza:
«la ley estadounidense de fomento del crecimiento Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act»
«la ley tributaria estadounidense para el crecimiento y el empleo Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act»
Poner primero el inglés y, entre paréntesis, la explicación (que no traducción) en español: «La Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act (ley estadounidense de reducción fiscal para la mejora del crecimiento y el empleo)».
Poner primero el inglés y, entre paréntesis, nuestra traducción en castellano: «la Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act (Ley tributaria en pro del crecimiento y el empleo)».
Poner primero la denominación traducida al español y, entre paréntesis, el inglés: «la Ley tributaria para la mejora del crecimiento y el empleo (Job and Growth Tax Relief Reconciliation Act)».
Representamos gráficamente este encadenamiento de decisiones que nos llevará a una expresión aceptable en nuestra traducción.
























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